Llevo escribiendo mis propósitos de año nuevo desde que tengo uso de razón. Creo que el que más se ha repetido a lo largo de los años es hacer ejercicio.
Con este propósito (y con todos) siempre me pasaba igual:
El día 2 o 3 de enero empezaba con mucho ánimo, estaba muy motivado.
Iba al gimnasio cuando me tocaba y me sentía súper orgulloso conmigo mismo después. Lo estaba logrando.
La motivación es un combustible que se consume rápido, y a los pocos días, empezaba a tener menos ganas de ir. Mentalmente empezaba a buscar excusas: ‘es mejor que hoy descanse’ o ‘voy a ir más tarde, que tendré más energía’.
Al final de la segunda semana, o a la tercera como mucho, había un día que me surgía un imprevisto de verdad y fallaba con mi compromiso de entrenar.
Me sentía fatal y la confianza en mí mismo se venía abajo.
Volvía a entrenar, pero con muchísimo menos ánimo. Y cada vez, fallaba más.
A finales de enero estaba entrenando la mitad de lo que me había propuesto. A finales de febrero había abandonado por completo mi propósito.
Y así, todos los años, hasta que descubrí la técnica más sencilla del mundo para evitar que esto pase. Y me dejó de pasar.
Cuando miro atrás y pienso en lo que te estoy contando, no sé si reír o llorar:
Fallar es inevitable. Incluso las personas con más talento y determinación fallan.
Sin embargo, si aplicas esta técnica a rajatabla, sencillamente, empezarás a cumplir tus propósitos.
Esta técnica es tan potente, que he preparado un mini-libro gratuito donde te la cuento.
Es súper cortito, así que podrás leerlo y digerirlo en 5 minutos.
Te sientas un ratito con una botella de agua o un café, te lo lees, y estarás mucho, muchísimo más cerca de cumplir tus propósitos de año nuevo esta vez.