Descubre el camino mas rápido para mejorar tus resultados y lograr mas cosas
Si has llegado hasta aquí, seguramente sea haciéndote una pregunta parecida a esta:
¿Qué son los hábitos y cómo se forman?
En este artículo voy a responderte a esa pregunta y te voy a contar como a mi saber mas de hábitos me ha cambiado la vida a mejor. A mucho mejor.
¡Vamos al tema!
Como en casi todas las cosas importantes de la vida, la definición oficial de la RAE es una castaña que se queda corta.
Si acudimos a los investigadores, no estamos mucho mejor: cada uno lo define de una manera.
Yo no quiero ser menos y te voy a dar la definición que más me gusta:
Los hábitos son una secuencia de acciones y decisiones que están ‘registradas en nuestro cerebro’ y que ejecutamos en piloto automático.
Al conjunto de las acciones y decisiones dentro del hábito lo llamamos conducta y puede ser extremadamente sencilla o muy compleja.
Si empiezas a hacerlo, vas a descubrir que el 99% de las veces, lo harás empezando por el mismo pie.
Este hábito tan sencillo puede parecer intrascendente, pero tiene una razón de ser: libera al cerebro de tomar decisiones que ya ha tomado en cientos de ocasiones anteriores con éxito.
En el otro extremo hay hábitos tan complejos como sacar el coche del parking.
Cuando te sacas el carnet tienes que poner toda tu atención en el juego de pedales para que no se te cale al arrancar.
Pasado un tiempo eres capaz de montarte en el coche, ponerte el cinturón, ajustar el retrovisor, arrancar el coche equilibrando los pedales, poner la música y salir marcha atrás del sitio en el que estás sin chocar con nada. Todo mientras hablas por teléfono.
Una tarea así, que tiene mucha tela, la puedes hacer mientras hablas por teléfono porque todo ocurre en segundo plano, de forma casi inconsciente.
Calzarse y sacar el coche del parking son hábitos, y le permite a tu cerebro no prestar atención a las tareas que ha repetido en cientos de ocasiones anteriores con éxito.
Esas dos características son las más importantes de los hábitos:
Okey, los hábitos son acciones y decisiones que llevamos a cabo de forma repetida e inconsciente.
Dicho así, no parece algo tan importante en nuestro día a día, ¿verdad?
Para Aristoteles sí lo era. Y los investigadores de la Universidad de Duke le han terminado dando la razón:
Aristoteles: “Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia no es un acto, sino un hábito.”
Investigadora: «Más del 40% de las acciones que llevamos a cabo al día son debido a nuestros hábitos.»
Nos gusta pensar que casi todo lo que hacemos tiene una explicación lógica y que llevamos el rumbo de nuestra vida.
Sin embargo, la evidencia científica ha demostrado que no es así.
Piensa en ti mismo cuando te levantas un día entre semana cualquiera.
Desde el momento que pones un pie fuera de la cama hasta que llegas al trabajo, prácticamente todo ocurre de forma rutinaria, en piloto automático:
Te levantas > vas al baño > te aseas> te vistes > tomas algo de desayuno > coges tus cosas > sales de casa > vas al metro > coges el metro > llegas a tu destino
Esto es sólo un ejemplo. Puede ser que lo hagas en otro orden. Puede ser que hagas cosas distintas. Pero lo que es seguro, es que casi todas las mañanas haces lo mismo sin pensar demasiado en ello.
Cada hábito, desencadena el siguiente.
Si haces el esfuerzo de fijarte conscientemente en ellos, puedes resistirte a llevar a cabo cualquiera de tus hábitos. De hecho, lo puedes hacer en muchas ocasiones.
Pero no para siempre.
Eventualmente flaqueas y el hábito vuelve a tomar su lugar como siempre ocurría.
Si alguna vez has intentado eliminar el hábito de tirarte al sofá al terminar de currar y empezar a ir al gimnasio, sabrás de lo que te hablo.
Vamos a recapitular:
Ya conocemos 4 verdades fundamentales de nuestros hábitos:
+
Esto nos lleva a la última pregunta que nos tenemos que hacer para garantizar que este no sea un artículo de pacotilla.
El sistema que permite los hábitos y que tienes instalado en tu cerebro es tremendamente útil, pero tiene un problema: no diferencia entre hábitos buenos y malos.
Al final de este artículo hablamos más en profundidad de esto, pero por ahora, lo simplificaré del siguiente modo:
Si de forma repetida en el tiempo llevas a cabo una conducta y tu cerebro lo asocia con alguna recompensa, se empieza a formar un hábito.
Pasado un tiempo, el hábito se consolida y pasas a hacerlo en piloto automático.
Si la conducta que has convertido en hábito te acerca al tipo de persona que quieres ser, será un buen hábito. En caso contrario, será un hábito malo.
Imagina que quieres estar sano y tener un buen físico.
Imagina que todos los días, al llegar de trabajar, tienes el hábito de salir a hacer algo de deporte. En ese caso, habrás desarrollado un buen hábito que te va a ayudar a ser el tipo de persona que quieres ser.
Ahora imagina que, todos los días al llegar de trabajar, tienes el hábito de tirarte en el sofá a ver Netflix y te comes una bolsa de patatas fritas. En este caso, el hábito te aleja de tu objetivo y será un mal hábito.
Sería un buen hábito si quisieras ser una persona sedentaria, con sobrepeso y que sabe mucho de series, pero apuesto a que prefieres ser la persona con salud y buen cuerpo.
Tú eres capaz de diferenciar un hábito bueno de uno malo. Tu cerebro no.
Por eso, si no aprendes a modificar tus hábitos de forma consciente, los únicos hábitos que crearás serán aquellos que de forma fortuita se crucen en el camino de tu cerebro, al que le da igual ocho que ochenta mientras pueda asociar una conducta a una recompensa.
Para empeorar esto, vives en un mundo con Instagram, Netflix y Amazon en el bolsillo, estanterías llenas de ultraprocesados en el supermercado y en definitiva, un ambiente perfecto para que la mayoría de hábitos que se cruzan contigo, no te ayuden a ser el tipo de persona que quieres ser.
Existen otros factores además de tus hábitos (suerte, disciplina, genética…) que determinan el tipo de resultados que obtienes y el tipo de persona que eres, sin embargo, tus hábitos, son con muchísima diferencia el factor más importante que puedes alterar.
Si estás leyendo esto, estoy seguro que eres el tipo de persona que le gustaría obtener los mejores resultados posibles y acercarse a su mejor versión.
Ten entonces una cosa clara:
Modificar tus hábitos es la habilidad número uno que tienes que aprender para conseguirlo.
Contarte esto me da un poco de vergüenza, pero es importante.
El primer hábito que modifiqué en mi vida fue morderme las uñas.
No fue ir al gimnasio. Ni disciplinarme con la comida. Tampoco consistió en leer más o cualquier otra cosa glamurosa.
Fue algo tan aburrido e insignificante como morderse las uñas… O eso podría parecerle a alguien que no conociera la historia al completo.
Mira.
Hay dos cosas que he llevado mal desde que tengo uso de razón. Morderme las uñas, y los eczemas.
Todo el mundo sabe de qué va lo de morderse las uñas. A mi me preocupaba porque me hacía heridas y cuando tenía que pelar un gamba o coger un limón, me escocía.
Problemas del primer mundo. Quien no se queja es porque no quiere.
La parte de los eczemas es más complicada:
Son una mierda que te sale en la piel y que pica una barbaridad. Como pica te rascas. Si te rascas empeora y pica aún más. Y vuelta a empezar.
Un círculo vicioso de manual.
Cuando era pequeño me salieron eczemas hasta en los párpados. Parecía un oso panda. Me dolía un horror y me daba una vergüenza terrible.
Al hacerme mayor me libré de los eczemas de los párpados pero fueron apareciendo en otros lados. Una auténtica mierda.
Todos los dermatólogos que he visitado me dijeron que es algo crónico y para siempre, así que abandoné toda esperanza de curarlos.
¿Y a ti qué demonios te importa todo esto?
Pues verás, cuando descubrí todo este mundo de los hábitos, decidí empezar por las uñas, y aplicando estrategias parecidas a las que te cuento en este artículo, dejé de mordérmelas.
No esperaba que dejar de morderme las uñas tuviera un efecto muy trascendente en mi vida, pero aun así, produjo un efecto colateral que lo cambió todo.
Verás, si te muerdes las uñas puedes estar seguro de algo: no vas a tener unas uñas rectas y uniformes.
Mi caso, por supuesto, no era una excepción y mis uñas siempre tenían picos e irregularidades.
Cuando dejé de hacerlo y empecé a usar el cortauñas y la lima, esos picos desaparecieron, y a la vez, como por arte de magia, mis eczemas empezaron a mejorar.
No tardé en darme cuenta de lo que estaba pasando:
Cuando me rascaba con mis uñas cortadas y limadas me hacía muchas menos heridas, así que me rascaba menos, y me hacía menos heridas y vuelta a empezar.
El círculo vicioso ya no lo era tanto.
Mejorar es una motivación poderosa, así que aproveché para disciplinarme y rascarme lo menos posible.
Y mis eczemas siguieron mejorando.
Siempre había pensado que era una persona indisciplinada, pero mis avances con las uñas y los eczemas estaban empezando a hacerme cambiar de opinión.
Cada vez me veía más como una persona capaz de hacer lo que tenía que hacer en lugar de lo que me apetecía.
Con mi renovada opinión de mi mismo y las pruebas de que la modificación de hábitos funcionaba, me plantee hacer deporte todas las semanas. Y desarrollé también ese hábito.
También me planteé escribir todos los días para la web de Malditos Hábitos, y eso es lo que ha permitido que tú estés leyendo esto ahora mismo.
Aún me encuentro lejos del tipo de persona que quiero ser y el tipo de resultados que quiero obtener, pero no me cabe duda de que estoy mucho más cerca que hace 2 años y voy en la dirección correcta.
Y todo empezó, sencillamente, con dejar de morderme las uñas.
Los hábitos son como fichas de dominó. Una ficha empuja a otra que empuja a otra, que empuja a otra…
Esta historia me enseño 3 cosas importantes sobre los hábitos:
Nos han vendido la moto. O por lo menos, lo han intentado:
Nos dicen que la gente con éxito leen un libro a la semana y meditan al menos media hora todos los días. También nos dicen que se levantan a las 5 de la mañana a trabajar mientras todos duermen.
Al parecer, también hacen ejercicio, pasan tiempo de calidad con sus familias, practican varios hobbies y agradecen al universo por su vida todas las noches antes de acostarse.
Joder, lo único que les falta añadir a esa imagen de triunfador que nos venden es que en vez de andar, leviten.
Libros como ‘Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva’, artículos en periódicos y blogs y por supuesto, Instagram, nos venden todo el tiempo estas ideas acerca de las personas con éxito.
Al final nos terminamos creyendo que existe una serie de hábitos que, cuando los consolidemos, nos llevarán en volandas a donde queramos y conseguiremos todo lo que nos proponemos.
Lo siento, pero no funciona así.
No existe ningún conjunto de hábitos, ni mucho menos ningún hábito concreto, infalible para lograr cualquier meta que te propongas.
Ni siquiera existe un hábito que todas las personas exitosas comparten.
El mejor hábito en el que pude trabajar yo en mi inicios era el de morderme las uñas.
Seguramente, para ti, se trate de otro distintos.
Y cuando encuentres un hábito perfecto para ti para empezar, descubrirás que aunque sea el mejor para ti ahora, necesitarás otros distintos en el futuro.
Si estás preparando una oposición, desarrollar el hábitos de estudio es una gran idea. Tan pronto como la acabes, ese hábito probablemente dejará de tener sentido para ti y seguramente prefieras desarrollar otro distinto, como el hábito de la lectura.
Por eso mismo, si existiese un único hábito mejor que todos los demás y que fuese capaz de ayudarte a conseguir tus objetivos sean cuales sean, sería el hábito de crear y eliminar hábitos.
Me hace gracia llamarlo el meta-hábito y por suerte, leyendo este artículo, estás poniendo los cimientos para desarrollarlo.
En 1966 Robert Rosenthal y Lenore Jacobson llevaron a cabo una novedosa prueba de inteligencia a cientos de niños de entre 10 y 16 años en una escuela de california.
La prueba se llamaba ‘Test de Harvard de Adquisición Conjugada’ y la presentaron como una especie de test de inteligencia de última generación.
Los investigadores explicaron que los resultados señalarían de forma precisa a una serie de alumnos con unas capacidades especiales que les harían avanzar mucho más rápido en su aprendizaje durante el curso.
Una vez realizada la prueba, todos los profesores fueron informados del funcionamiento de la misma y de los alumnos que habían logrado mejores puntuaciones.
8 meses más tarde y tras acabar el curso se demostró que, efectivamente, los alumnos señalados por los investigadores habían mejorado especialmente sus puntuaciones y su rendimiento frente a los demás.
La hazaña tenía un mérito de la leche. ¿El motivo?
Los investigadores no habían realizado ninguna prueba de inteligencia y habían elegido a un 20% de los alumnos de cada clase prácticamente al azar.
Con este experimento, probaron algo que ya sospechaban:
Las creencias y expectativas de un individuo respecto a otro afectan de tal manera a su conducta, que al final, las creencias y expectativas resultan ser ciertas.
O dicho de otra manera:
Si la gente piensa que fulanito es un maleducado, aumentan las probabilidades de que termine comportándose de manera maleducada.
Si la gente piensa que fulanito es pura cortesía, también aumentan las probabilidades de que termine comportándose de forma cortés.
Pero lo más importante de todo esto, es que la ciencia ha demostrado que:
Pero aun mas importante:
Por eso mismo, si te has pasado toda la vida pensando que el deporte no es lo tuyo, que no te gusta sudar ni entrenar y que jamás vas a ser una persona atlética, puedes llegar a desarrollar el hábito de entrenar todos los días, pero te va a resultar muchísimo más difícil lograrlo.
Para evitarlo, necesitarás en primer lugar entender qué tipo de creencias te pueden estar saboteando, y demostrarte, con pequeños avances, que esas creencias están equivocadas.
Si entras en la cabina de mando de un Airbus A330 de Iberia con salida desde Madrid y destino a Washington y logras convencer al capitán de cambiar el rumbo 6 grados, apenas notarás ninguna diferencia dentro del avión:
El morro se desplazará sólo 3 metros y la cola, prácticamente, ni se moverá.
Sin embargo, para cuando cruces el atlántico, habrás llegado a la capital de Canada, Ottawa, en lugar de estar en la capital de los Estados Unidos.
Cambiar tu rumbo tan sólo 3 metros al salir, te llevará a un destino a 926 km del que tenías.
He hecho las cuentas y te prometo que los datos son reales.
Con los hábitos pasa algo parecido, y me gusta llamarlo el Milagro de la Mejora Continua:
Imagina que quieres desarrollar el hábito de correr todos los días.
No has corrido nunca, así que el primer día sales a correr sólo 5 minutos… eso sí, con el compromiso de correr un 1% más de tiempo cada día.
Un 1% puede no parecer mucho, pero espera a que el Milagro de la Mejora Continua haga su magia:
Ese es el poder de los hábitos:
Según se van acumulando pequeñas buenas decisiones, los resultados son exponenciales.
Por eso mismo, no tienes que preocuparte del lugar en el que estás ahora mismo, preocúpate sólo de estar avanzando en la dirección correcta.
Si quieres conseguir un cuerpo musculoso, da igual que seas un tirillas. Sólo importa que empieces a entrenar y comer como debes.
Si quieres sacarte una oposición, no importa que lleves años sin estudiar. Sólo importa que empieces a hacerlo todos los días.
Si quieres montar un negocio, no importa que lleves trabajando 20 años para otro. Sólo importa que empieces a sacar tiempo para dedicarle a tu idea.
Y así con todo.
Olvídate de donde estas y empieza a fijarte en la dirección que llevas.
Ya sabes muchísimo acerca de los hábitos:
No es poca cosa, pero aún queda lo más importante.
¿Cómo se forman los hábitos?
Wolfram Schultz es profesor e investigador de neurociencia en la Universidad de Cambridge y hace ahora casi 30 años descubrió casi por accidente cómo se forman los hábitos.
Antes de su trabajo se tenía bastante claro que la mayoría de las acciones que llevaba a cabo alguien seguía esta estructura:
SEÑAL > CONDUCTA > RECOMPENSA
Siguiendo esa linea de investigación, el doctor Schultz y su equipo diseñaron un experimento con monos para profundizar la relación entre la recompensa y la conducta.
Sin buscarlo, en el desarrollo de estos experimentos encontraron un cuarto componente en este ciclo que explicaba la creación de los hábitos:
El deseo.
El deseo se encuentra entre la señal y la conducta y es, en realidad, lo que hace los hábitos tengan sentido.
Si quieres saber más acerca de como se crean los habitos y que tienen que ver el deseo con el zumo de mora y un videojuego de marcianitos, entra aquí:
Cuando se incorporó el deseo al ciclo de que hablamos antes (señal > comportamiento > recompensa) se desarrollo un marco teórico en el que encajan el 100% de los hábitos:
En tu vida existen decenas, sino cientos de estos patrones. La mayoría son pequeños hábitos sin importancia. Pero no todos.
También hay hábitos arraigados en día a día con mayor impacto.
Seguramente, si te pares a pensarlo, reconozcas algunos de estos patrones:
Estás esperando en el autobus, o en el médico o similar y te aburres | Quieres entretenerte con algo | Sacas el móvil y miras Instagram o Whatsapp o similar | Te dejas de aburrir |
Después de repetir mucho este comportamiento, creas el hábito de sacar el móvil cuando te aburres, y terminas haciéndolo en cenas familiares, reuniones con amigos, mientras ves la tele…
Estás trabajando y no sabes cómo seguir avanzando con algo | Quieres salir del estado de bloqueo | Entras a internet a mirar el periódico, el correo o similar. | Dejas de sentirte atascado |
Después de repetir mucho este comportamiento, creas el hábito de navegar por internet cada vez que no sabes muy bien cómo hacer algo y tu productividad cae en picado.
Estás aburrido en casa y no sabes muy bien qué hacer | Quieres algún estímulo que te saque del estado en que estás | Vas a la nevera y picas cualquier cosa | Te sientes mejor que antes |
Después de repetir mucho este comportamiento, creas el hábito de picar entre horas en cuanto te aburres un poco, y en la báscula se termina notando.
Te despiertas y no quieres salir de la cama | Quieres entretenerte con algo mientras remoloneas | Coges el móvil y pasas el rato | Te sientes entretenido y calentito |
Después de repetir mucho este comportamiento, creas el hábito de mirar el teléfono nada más levantarte, y al final es lo primero que haces en vez de dar los buenos días a tu pareja o pensar en qué vas a hacer ese día.
Sólo es un pequeño ejemplo de los hábitos que todos tenemos. Tú y yo incluidos. Y como estos, hay muchos más.
El problema de los hábitos es que la mayoría nos pasan totalmente desapercibidos, y como ya hemos visto, a tu cerebro le da igual si el hábito es bueno, malo o regular:
Si encuentras una señal, un comportamiento y una recompensa, y lo repites lo suficiente para desarrollar el deseo, el hábito se crea y se perpetúa.
En vez de ser víctima de tus circunstancias y tus hábitos, empieza a planificarlos y moldearlos de acuerdo a tus necesidades.
¿Te imaginas que ir a entrenar después del trabajo fuera tan automático y natural para ti como es ahora mirar el móvil cuando te aburres?
Es sólo un ejemplo tonto, pero aún así, tendría un impacto importante en tu vida, ¿verdad?
Si quieres lograrlo tienes que empezar a ayudar a formarse a lo hábitos que te van a convertir en el tipo de persona que quieres ser y en el siguiente artículo, empezamos a entrar en materia para que lo puedas lograr.
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